La tregua en Ucrania, a ritmo de caracol
Moscú intenta, además de destruir las tropas ucranianas en el óblast de Kursk, ocupar terrenos ucranianos que más adelante servirían de moneda de cambio en una potencial mesa de paz total
Las prisas de Trump y la parsimonia de Putin favorecen el rearme alemán

Continúa el intercambio de ataques recíprocos. Los rusos, principalmente con drones y bombas planeadoras, a los que se añaden frecuentes ataques cibernéticos para hostigar y perturbar movimientos ferroviarios y logísticos ucranianos. Los ataques ucranianos se desarrollan con drones y HIMARS buscando dañar instalaciones ... logísticas y bases aéreas rusas. Sobre el terreno, el frente parece bastante estabilizado. No obstante, Kiev, manteniendo la actitud defensiva de sus tropas, la combina con algunos contrataques de entidad moderada en los sectores de Kursk, Kupiansk, Toretsk, Prokovsk y Velyka Novosilka. Su finalidad sería ganar tiempo significando su voluntad y capacidad suficiente para seguir combatiendo y, con ello, evitar el debilitamiento del flujo de apoyo militar que recibe de los países europeos.
Las acciones más dinámicas se localizan en la zona de Kursk (Rusia)-Sumy (Ucrania). En el óblast de Kursk las tropas ucranianas ya solo dominan alrededor de 60 de los 1.200 km2 que llegaron a ocupar. Las tropas rusas han alcanzado la línea Guevo-Melovoi y con ello, están cerrando el cerco de las ucranianas que permanecen en el área de Sudzha. En el óblast de Sumy, las tropas rusas, a su penetración por Noven´ke y Basivka, han añadido un nuevo esfuerzo por Volodymyrivka (15 km al oeste de las anteriores), materializando una nueva amenaza contra Sumy. Al mismo tiempo, y por el sureste de esa ciudad, también avanzan en dirección a Krasnopillya a caballo de la carretera P 45. Puede pues inferirse que Moscú intenta, además de destruir las tropas ucranianas en el óblast de Kursk, también ocupar terrenos ucranianos, que más adelante servirían de moneda de cambio en una potencial mesa de paz total.
El pasado domingo por la tarde, comenzaron en Riad (Arabia Saudita) las conversaciones de paz entre las delegaciones de Rusia y Ucrania con la de EE.UU. como mediador entre ambas en reuniones alternativas. Al ser tales delegaciones de segundo nivel, puede colegirse que discutirán sobre aspectos técnicos y de alcance limitado sobre un potencial alto el fuego. Tratarían así de añadir al acuerdo telemático entre Trump y Putin sobre ataques recíprocos contra las estructuras energéticas -concierto ya violado-, un nuevo acuerdo de tregua en el entorno del Mar Negro. Probablemente, en esta ronda de conversaciones, no se pacte algo de alcance mayor.
Podría así inferirse que, mientras las tropas rusas conserven la iniciativa en los espacios ucranianos, Putin marchará a ritmo de caracol, sin expresar un no rotundo pero sin favorecer las prisas de Trump por alcanzar una tregua total. A este respecto, es curioso constatar que, simultáneamente con las negociaciones de Riad, el ministro de asuntos exteriores ruso, Lavrov, hable de introducir al Sur Global en la ecuación ucraniana, desde una perspectiva de multilateralidad. Ello parece significar la pretensión del Kremlin de ir mucho más allá de la mera paz en Ucrania. También de aprovechar esas negociaciones para alcanzar, entre otros, un acuerdo sobre seguridad en Europa. Concierto, este último, que parece difícil de lograr cuando en la UE desconfían de Putin y la presidenta de la Comisión, Von der Leyen, está insistiendo sobre la necesidad de un formidable rearme europeo y la conveniencia de seguir prestando un sólido apoyo militar a Kiev.
En fin, el escenario provoca tres consideraciones. Una, que Trump no está alcanzando las expectativas prometidas durante su campaña electoral, de acabar inmediatamente las hostilidades; lo que debilita su credibilidad a nivel internacional. Dos, que tanto la UE (y especialmente algunos países miembros), así como el Reino Unido, no aceptan los términos de Trump para finiquitar las hostilidades. Estarían pues dispuestos a prolongar indefinidamente la guerra. Esta postura agranda la grieta entre EE. UU. y Europa y podría conducir al naufragio de la OTAN, como organización fundamental para la seguridad y defensa de Europa. Y tres, que el apriete de clavijas a los países miembros de la Unión, para que se comprometan con el enorme y necesario gasto de defensa (rearme) es un acicate para rellenar el vacío de seguridad y defensa que provocaría la potencial la retirada de EE. UU. de la OTAN; especialmente en lo relativo al paraguas nuclear y el refuerzo trasatlántico. La Cumbre Atlántica, del 24 al 26 de junio, en La Haya, dará la medida de la cohesión euroatlántica.
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